Escrito por: Equipo editorial
9 noviembre, 2020
Cultura
De 1989 a 1993, el fotógrafo Sergei Vasiliev retrató a reclusos de prisiones rusas, que utilizan el tatuaje como una forma completa de comunicación.
El tatuaje de una daga en el cuello, por ejemplo, significa que el prisionero ha cometido asesinatos en la cárcel, y que está disponible para “ser contratado” para realizar más asesinatos.
Los cascabeles en los pies indican que cumplió la condena en su totalidad (“hasta la campana“), los grilletes en los tobillos significan que los sentencias fueron de más de cinco años.
Los tatuajes “anillo”, en los dedos muestran el status del criminal cuando el resto de su cuerpo está cubierto. Las “estrellas de ladrón“en las rodillas significan simbólicamente “No voy a arrodillarme ante la policía“
La mayoría de los tatuajes están hechos de una forma primitiva y dolorosa. El proceso puede llevar varios años hasta su conclusión, pero una figura pequeña puede crearse con cuatro o seis horas de trabajo ininterrumpido. El instrumento preferido es una máquina de afeitar eléctrica adaptada, donde los prisioneros sujetan unas agujas y una ampolla de tinta líquida.
Es por esta razón que los tatuajes se convirtieron en lo más respetado y temido en la sociedad de la prisión. Van mucho más allá de ser algo simplemente personal, llevan el peso de un significado y son una ley indeleble en una sociedad que va más allá de las leyes convencionales.