Para encontrarse hay que alejarse. La aventura de Chris McCandless

Escrito por: Equipo editorial

19 junio, 2020

Viajes

Somos seres sociales, hasta la persona más antisocial lo es. En estos tiempos de cuarentena más de uno hemos descargado aplicaciones para seguir con la convivencia, ver rostros, saber lo que está haciendo el otro, que los demás sepan que estamos haciendo y ganar aceptación social, mostrar lo que somos y tenemos. Son momentos extraños. Respiramos likes, pero de vez en cuando aparecen alguien ajeno a todo eso, que asfixiado por todas las etiquetas sociales y el ruido del mundo, decide alejarse para encontrarse.

En 1845 Henry Thoreau renegó de su vida en el pueblo de Concord,  Massachusetts, así que un día decidió internarse en los bosques de ese lugar. ¿Por? Su objetivo era sencillo pero complejo a la vez, vivir deliberadamente. “Enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido”, esa fue su explicación.

Thoreau se trasladó a una cabaña, sumergida en plena naturaleza, desde la que registraría todo lo que pasaba por su mente. Esa introspección duraría dos años y posteriormente sería transmitida a través de Walden. Su libro expresaba su deseo de escapar del exceso de civilización. La búsqueda de una vida más simple y carente de lujos, pero donde la contemplación estuviera presente. Para Henry, la mayoría de la gente se limitaba a reaccionar sin mayores propósitos o posponiendo éstos a un mañana. “No viven, sobreviven”, diría.

Pero vamos a ver, a pesar de que la hazaña de Henry Thoreau es increíble, sin menospreciarla, hay una que lo es aún más y que de hecho fue impulsada gracias a la lectura de los registros en Walden y que al parecer este mes ha llegado a su fin.

Christopher Johnson McCandless, quien durante su travesía adoptaría el pseudónimo de Alexander Supertramp. El californiano graduado en historia y antropología, decide en 1990 donar a la caridad sus $24,000 dólares obtenidos de una herencia y emprender hacia el norte de Estados Unidos un viaje sin fecha de regreso.

Supertramp durante dos años caminó, trabajó, conoció e incluso se relacionó con otros viajeros. Por ciertos periodos se le vió por Arizona, California y Dakota del Sur ahí se expuso a varios peligros como cuando perdió su automóvil en un diluvio, o la vez que bajó en canoa por el río Colorado, pero esto lejos de asustarlo lo motivó más y se encaminó más al norte, en específico a Fairbanks, Alaska, donde conoció a Jim Gallien y con el que convivió por un par de días al grado de tratar de persuadirlo de que se quedará con él, de lo cual “Alex” como así lo conoció no aceptó pidiéndole que lo llevará a Stampede Trail donde su viaje terminaría de forma trágica.

Durante varios meses Christopher vivió en un autobús abandonado. Vivió de lo que la naturaleza le daba y de sus conocimientos que fue adquiriendo. Un día de julio, el nómada decidió marcharse del lugar, pero le fue imposible ya que encontró el sendero bloqueado por el río Teklanika, que estaba entonces considerablemente más crecido que cuando lo había cruzado en abril.

Era el 12 de agosto, día en que escribió lo que se asume fueron sus palabras finales en su diario. Arrancó la página final del libro de memorias de Louis L’Amour, Educación de un hombre errante. En el otro lado de la página, Chris agregó:

“he tenido una vida feliz y doy gracias al Señor. Adiós, bendiciones a todos”.

El 6 de septiembre de 1992, dos excursionistas y un grupo de cazadores de alces encontraron esta nota en la puerta del autobús:

“S.O.S., necesito su ayuda. Estoy herido, cerca de morir, y demasiado débil para hacer una caminata. Estoy completamente solo, no es ningún chiste. En el nombre de Dios, por favor permanezcan aquí para salvarme. Estoy recolectando bayas cerca de aquí y volveré esta tarde. Gracias, Chris McCandless. ¿Agosto?”

Su cuerpo se encontró en su saco de dormir dentro del autobús, con apenas 30 kilos de peso.

Su historia se haría conocida a raíz de un artículo del periodista Jon Krakauer quien, cautivado por el personaje, recabaría más datos con la intención de conformar su futuro best seller: Hacia rutas salvajes. Tiempo después Sean Penn llevaría el relato al cine. Tanto el libro como la película movieron fibras a muchos espectadores que decidirían replicar la hazaña. El autobús durante muchos años se volvió el final del viaje para muchos viajeros, algunos lograron conseguir replicar la famosa fotografía de McCandless sentado afuera del autobús, pero otros no lo lograron, muriendo o perdiéndose durante el viaje. Esto ocasionó que los lugareños alzaran la voz y pidieran que el autobús, también conocido como Fairbanks Bus 142 o el “Magic Bus” fuera removido del lugar…

INTO THE WILD, Emile Hirsch, 2007. ©Paramount/courtesy Everett Collection
249/cordon press
Fotograma

Y pues el jueves 18 de junio sucedió. El autobús fue removido usando un helicóptero y por ahora no está claro cuál será su destino. Después de todo, además de tener un valor sentimental para la familia de McCandless, es importante para la historia de esa zona. En ese sentido, mientras se determina qué pasará con el vehículo, las autoridades de Alaska dijeron que se mantendría en un lugar seguro hasta que se tome una decisión definitiva.

Pues al parecer McCandless seguirá viajando en forma de anécdota por mucho tiempo e inspirando a más personas a despojarse de todo y salir (ahorita no) a encontrarse.